Sabíamos que Gian Luca Perris no iba a fallar con su vainilla. Encontrar las mejores materias primas y tratarlas con amor es lo que mejor hace la casa Perris Monte Carlo.
Una vainilla de Tahiti, a la que se le extrae el aroma con CO2, sin disolventes, una manera mucho menos invasiva que consigue mantener toda la pureza y los matices de la misma y nos recuerda, que al fin y al cabo, la vainilla es una flor de la familia de las orquídias.
Acompañada de salida con notas de ylang-ylang y champaca, y redondeada con un fondo de almizcle, ámbar y sáldalo, Perris consigue regalarnos la más exquisita de la vainillas. Una fragancia tan natural, sutil, elegante, sensual y embriagadora que te hará olvidar todas aquellas que habías olido hasta ahora.