En lo alto de la bahía de Cannes, se encuentra Tanneron, un pequeño y pintoresco pueblo donde la mimosa es seña e identidad. Su pronta floración a principios de febrero, recuerda que ya le queda poco al invierno y llena los paisajes con su vibrante amarillo y las calles con su dulce y tierno aroma.
Capturar esas mágicas semanas, enfrascarlas para hacerlas nuestras, ha sido el descomunal reto de nuestro adorado Jean-Claude Ellena. Y reto conseguido, cómo además. Con la flor de espino blanco y la rosa como compañía y un almizcle blanco de fondo que las vuelve más limpias y puras, da como resultado una mimosa llena de luz y sutileza.